Ni en nada imperfecto, carente o limitado
de bien.
No te fijes en enfermedades, enemistades,
antipatías, corrupciones, ruinas, desamores, conflictos, críticas, condenas…
“FIJARSE” es un verbo de equívoco
significado. Puede ser sinónimo de mirar, prestar atención u observar. O también
sugerirnos un quedar pegado, anclado e inmóvil.
Aquí yo lo uso en ambos sentidos.
Porque cuando nos “fijamos” en el mal,
éste acaba tomando posesión de nuestra conciencia. Y eso es lo que
experimentamos una y otra vez.
Lo que vemos a diario y el pensamiento
que rumiamos es lo que modela nuestra existencia mortal.
En su correspondencia con los corintios,
Pablo invierte el título de esta reflexión. Viene a decir:
“Fíjate en el Bien y te transformarás en
el Bien”.
Bueno, despertaremos a lo que hemos sido
siempre, y lo que es todo, desde el alba de la creación.
Aquí tenemos el método para sentir
siempre el Cielo. Éste es el camino: “… mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen…” (2 Corintios 3:18).
Un apunte más. En la traducción del
original griego ha sido escogido con sumo acierto el verbo transformar. Porque
éste no significa “convertirse” o “llegar a ser” sino “pasar de una forma a
otra”. Es decir, sólo se cambia de apariencia. Nunca de esencia. El “ser”, el
Bien, permanece inmutable.
Y algo más. “Mirando sin velo, la gloria
(la verdadera manifestación) de Dios” encierra matices muy prácticos. 1º No se
trata de una acción ocasional, sino de un mirar constante. 2º Una mirada clara,
limpia de neblina (recordemos Génesis 2:6a) que impida la verdadera visión. 3º
Una experiencia óptica: Si un miope repasa un objeto con sus ojos (es
decir,“fija su mirada”), éste parece que resalta todo lo que es aunque antes se
percibiera borroso o difuminado.
Y ese mirar fijamente al Bien es la mejor
respuesta. Porque el que ama “sólo tiene ojos para” el amado.
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