Hay que jerarquizar deseos.
Primero: Dios por encima de todo.
Conocerle es saber al mismo tiempo que Él tiene un plan para cada uno de nosotros.
Uno que ninguna mentira podrá impedir gozarlo aquí y ahora.
Porque ese divino propósito, instante a instante ya se está cumpliendo.
Por tanto, ni los calendarios, ni las condiciones personales o del mundo, ni por supuesto el yo, (falsa manifestación de la inexistente mente mortal) puede constituirse en su obstáculo.
Y eso es aplicable para el tratamiento de cualquier desafío.
Es decir, estar convencido de esto disuelve las negras nubes que ocultan lo que es siempre: el perenne sol de la perfecta y eterna armonía.
miércoles, 26 de abril de 2017
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