¿Hay
respuestas
a todos
los “por qué”?
¡Por supuesto!
¿Para
los interrogantes nacidos de la curiosidad infantil?
Esa buscadora natural
de la Verdad?
¿Y para
los que se encorvan bajo el peso de cualquier carencia de bien?
Sólo una respuesta.
Y cuando
esta "una" se acepta, descerroja los pesados portones de la pesadilla, y
posibilita que la luz invada de alegría la existencia.
Todo lo
que se sugiere detrás de la incógnita, nunca puede fundamentar o
justificar una desarmonía.
Sino todo
lo contrario.
Tras el
velo siempre permanece el resplandor del Bien.
El mal
que aparece no se apoya en decretos inexorables o en una condena
inevitable, misteriosa y caprichosa cuyos argumentos son
incomprensibles.
Las
contradicciones y las injusticias que nos sorprenden casi a diario no
son ni para la queja ni para fatalística resignación.
Porque la
ceguera de nacimiento nunca tuvo causa.
Ni la
oscuridad que imposibilita el ver tiene Principio.
Y la
dificultad para gozar la armoniosa realidad es sólo sugestión.
¿Quién
pecó para que naciera ciego? (Juan 9: 2 Sus discípulos le preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó, para que éste haya nacido ciego? ¿Él, o sus padres?» 3 Jesús respondió: «No pecó él, ni tampoco sus padres. Más bien, fue para que las obras de Dios se manifiesten en él.)
Ni fue el
pecado de otros ni el nuestro, el justificante de una conciencia
atormentada.
¡Dios
mío! ¿Por qué…?
La
respuesta siempre fue, es y será: “Para que se manifieste la gloria
de Dios”.
No nos
encerremos en la celda de los torturadores interrogantes.
Todo lo
que suscite una dolorosa interrogación es para ser recurrido con energía
y de inmediato en el tribunal de la Verdad.
Siempre nos
asiste el derecho divino que es la única consecuencia de la Vida, la
Verdad y el Amor infinito, eterno y supremo.
El error
que pretende envolvernos sólo es una nueva oportunidad para que se manifieste
nuestro Padre-Madre Dios, del todo armonioso.
Porque no
lo olvidemos: nuestra extrema necesidad nunca es la sentencia
condenatoria del hombre sino siempre es
¡la oportunidad de Dios! (Ciencia y Salud 266:16-17 "la necesidad
extrema del hombre es la oportunidad de Dios")
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