Antes me gustaban las "pelis" bélicas. Ahora ni las soporto.
Prefiero las comedias con final feliz, como sucede siempre en la
realidad "verdadera".
Por eso echo de menos a Frank Capra, el admirado director de
"Qué bello es vivir" (It's
a Wonderful Life),
y a todos los que describen un mundo donde la bondad y
la inocencia triunfan sin excepción.
Pero muchos siguen
pagando por pasar miedo ante una pantalla de cine. ¿Absurdo? Parece que
no tanto, ya que somos más los que nos sentimos víctimas del miedo en la
existencia cotidiana. Sin embargo, estar bien o experimentar miedo no es
producto del azar, sino sólo de una elección personal.
No es mi intención el
criticar. Caería en el mismo error que deseo evitar. Es una sutil forma
de elegir vivir bajo la creencia del mal. La crítica supone que hay algo
malo mezclado con lo bueno. Es una secuela de la tentación de la
serpiente.
Pudiendo mirar lo
correcto, lo armonioso y bello, ¿por qué ocupar el tiempo con visiones
defectuosas? Porque criticar es llenar la conciencia con lo que sólo son
secuencias de un sueño. Es renunciar, al menos durante ese lapso de
tiempo, a vivir en la armoniosa realidad. La ponderación del defecto nos
aparta del disfrute del bien al entretenernos con lo irreal.
Pero creemos ser mejores cuando como
nuevos inquisidores, escudriñamos nuestro entorno para delatar la falta.
Y con ello pisamos el mundo de la nada como nos lo recuerda la Sra.
Eddy: "El mal no tiene realidad.
No es ni persona ni lugar ni cosa, sino simplemente una creencia, una
ilusión del sentido material". (Ciencia y Salud, 71:2-4)
Un conocido relato nos presenta a dos
hombres que, a través de los barrotes, miran el exterior. Uno al
levantar la vista, descubre el firmamento y llena sus ojos de estrellas.
El otro, bajando los suyos, los embarra con el lodo que cubre el suelo.
Por eso, Jesús nos advertía: “No juzguéis
y no seréis juzgados”. A mí me gusta parafrasear en positivo ese sabio aviso con un: “No
busques males que denunciar, sino el Bien que te salvará.” (Mateo 7:1)
Descubrir errores sólo indica que éstos
habitan todavía en tu conciencia. Y mientras, estaré inhabilitado para
demostrar curación.
La crítica está en la antípoda de la
práctica cristiana. Como se prueba en Ciencia y Salud con el episodio de
Simón y la Magdalena. (Ciencia y Salud, 362-364)
“Si tu ojo te escandaliza arráncatelo” (Mateo 18:9). Porque no está sano. Al ver lo que no es, tampoco es el reflejo de la
Mente. Ya que “Dios es muy limpio de ojos para ver el mal”.(Habacuc 1:13)
El día que yo tampoco lo vea, habré
completado mi bautismo. Ya no experimentaré las dolorosas consecuencias
de creer en la existencia del mal.
Y mis amigos, estarán de enhorabuena.
Porque ya podré demostrar curación.
0 comentarios:
Publicar un comentario