Cada vez que alguien viene a mi pensamiento...
se comunica conmigo...
o reparo en él por cualquier circunstancia o situación...
debo saber que es para "ser reconocido en su verdadera identidad".
Es decir, como Dios mismo manifestándose.
Importa poco que la mente mortal considere que es un desconocido, enemigo, deshonesto, desgraciado, enfermo incurable, miserable, victima o verdugo...
Y cuando se establezca este hábito en la conciencia, que es un continuo tratamiento de la Verdad, experimentaré la existencia como lo que es: una fiesta.
jueves, 27 de abril de 2017
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