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domingo, 9 de abril de 2017

NO TENDRÁS OTROS DIOSES


Ningún mandato divino es para fastidiar, limitarnos o hacernos sufrir. Sólo son guías para la felicidad.
Hace años visité una empaquetadora de manzanas. Un operario con un instrumento calibraba a mano el tamaño. Las piezas que no daban la talla eran separadas de la cinta transportadora.
Si alguna se cuela nos “agujerea” el negocio. Nosotros sólo trabajamos calidad.” Me explicó el dueño.
Hoy, mientras oraba, me vino esa imagen, casi en color sepia por lo antiguo del recuerdo. Y me pregunte “por qué”.
La respuesta ha sido inmediata.
También en el discurrir de la conciencia se introducen pensamientos que no se corresponden con la medida de lo real. Parecen tener el mismo color, olor, figura… pero no dan la talla del bien. Hacer un buen negocio es no dejar que ninguno de esos conviva con los perfectos.
¿Cuál es la medida de la realidad? Dios y sólo Él. Todo lo que no presente su cualidad ha de ser desechado.
Es la observación y guía del mandamiento: “No tendrás otros dioses”.
Porque si  admitimos en nuestra existencia y quehacer, pensamientos sin esas señas, sufriremos la ruina de la tristeza, de la limitación y la desarmonía.
“Dios” significa “ser”, “realidad infinita y por tanto única”, poder…
Y el Dios verdadero -el auténtico, es bueno, bello, ilimitado, honesto, puro, perfecto, eterno, armonioso…
Todo lo que no presente esas características al ser comparado con este medidor de cualidades divinas tiene que ser arrojado al instante de la categoría de lo real. No pertenece a lo presente y verdadero, sino al sueño y a la mentira.
No dejemos que el producto de la mente mortal permanezca en la cinta continua de la conciencia, infestándola de preocupación, dolor o miedo. Calibremos todo. Por el bien de “nuestro negocio”.
Lo que no refleja a Dios no es. Y lo inexistente no ha de robar ni un segundo de nuestra atención.

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