Ningún
mandato divino es para fastidiar, limitarnos o hacernos sufrir. Sólo son
guías para la felicidad.
Hace años
visité una empaquetadora de manzanas. Un operario con un instrumento
calibraba a mano el tamaño. Las piezas que no daban la talla eran
separadas de la cinta transportadora.
“Si
alguna se cuela nos “agujerea” el negocio. Nosotros sólo trabajamos
calidad.” Me explicó el dueño.
Hoy,
mientras oraba, me vino esa imagen, casi en color sepia por lo antiguo
del recuerdo. Y me pregunte “por qué”.
La
respuesta ha sido inmediata.
También en
el discurrir de la conciencia se introducen pensamientos que no se
corresponden con la medida de lo real. Parecen tener el mismo color,
olor, figura… pero no dan la talla del bien. Hacer un buen negocio es no
dejar que ninguno de esos conviva con los perfectos.
¿Cuál es la
medida de la realidad? Dios y sólo Él. Todo lo que no presente su
cualidad ha de ser desechado.
Es la
observación y guía del mandamiento: “No tendrás otros dioses”.
Porque si
admitimos en nuestra existencia y quehacer, pensamientos sin esas señas,
sufriremos la ruina de la tristeza, de la limitación y la desarmonía.
“Dios”
significa “ser”, “realidad infinita y por tanto única”, poder…
Y el Dios
verdadero -el auténtico, es bueno, bello, ilimitado, honesto, puro,
perfecto, eterno, armonioso…
Todo lo que
no presente esas características al ser comparado con este medidor de
cualidades divinas tiene que ser arrojado al instante de la categoría de
lo real. No pertenece a lo presente y verdadero, sino al sueño y a la
mentira.
No dejemos
que el producto de la mente mortal permanezca en la cinta continua de la
conciencia, infestándola de preocupación, dolor o miedo. Calibremos
todo. Por el bien de “nuestro negocio”.
Lo que no
refleja a Dios no es. Y lo inexistente no ha de robar ni un segundo de
nuestra atención.
|
domingo, 9 de abril de 2017
NO TENDRÁS OTROS DIOSES
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario