Muchos, con
inmenso dolor, creen palpar Tu ausencia. Y se sienten desvalidos e
impotentes.
La soledad,
siempre profunda inconsciencia, es la que invita al miedo.
Y entonces
ya no percibimos al Amor que nos envuelve, nos empapa y es la Causa y la
razón del vivir.
Quedamos
ciegos e insensibles para la cálida realidad.
Lo sé por
experiencia. Y mi hilo de Ariadna para escapar del angustioso laberinto
siempre es el mismo: Hacerme consciente de Tu Presencia.
El deseo se
inflama como una pavesa con el soplo: ¡”Venga tu Reino”!
Y al
principio, la oscuridad impenetrable parece resistirse. Pero una
respuesta ya me hace distinguir contornos y sombras: “Tu Reino ha
venido” (1).
Y se
enciende la luz: “Tú estás siempre presente”(2). Y
alborea la esperanza. Y la Vida se va alzando, y como un sol brilla el
Amor en lo alto.
Tú estás
siempre presente cuando al clarear el día me acomodo en el sillón para
orar. Entonces Tú me tomas en tus brazos.
Igual
cuando camino, Tú eres el firme donde se apoyan mis pies.
Cuando
respiro Tú eres el aliento vivificante.
Me
despabilas con el viento del Norte y me acaricias con la brisa del Sur.
Me saludas
en el balido alegre de las cabras que acuden al arroyo para abrevar.
Te puedo
adivinar en los que me cruzo hoy, y en los que estuvieron conmigo ayer,
y los que me encontraré mañana.
Eres Tú
quien me atraes en la belleza del rosal. Y en el perfume de la "hierba
luisa" cuando al bajar al jardín me rozan sus hojas.
Me
embelesas con la danza de las llamas cuando en las tardes de invierno
nos reúnes a Laly y a mí ante el hogar.
Eres Tú el
que me contagias de alegría con las risas de las olas saltarinas en
verano.
Con cada
canto me armonizas. Eres la música de fondo de mis reflexiones. Eres mi
pensamiento correcto.
Estás en la
lectura que me inspira y en la frase amiga que me anima. Con la petición
de ayuda que recibo, siempre vienes Tú.
También te
encuentras junto a cada problema. Estos son sólo olvidos a la vez que
recordatorios de tu presencia.
Me llamas
en el enfermo, en el desnudo y en el hambriento. Me pides que Te
manifieste ante el que tiene sed de tanto, como junto al privado de
libertad.
Tú eres el
emigrante que solicita mi ayuda, y el que se disfraza de enemigo o
contrario para acrisolar el amor a reflejar.
Siempre Tú.
Mi atmósfera y mi compañía, mi silencio y la Palabra, mi descanso...
Todo. La iniciativa, la acción y el triunfo.
Porque
jamás estamos solos. Tú nunca te vas. Eso es lo absolutamente imposible.
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(1) y (2) Ciencia y Salud
16:35.
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