A la humanidad le cuesta
mirar al cielo. Se piensa que ser realista es ver sólo lo que llamamos tierra.
Y lo que se contempla es sólo "cielo" sumido en la oscuridad.
Cuando no hay luz nos
ausentamos de la belleza, perdemos el norte y el pánico más que el miedo se
apodera de todo.
El hombre mortal, el que
da la espalda al sol, visiona al mal revestido de “poderosas” armas y con la
estatura agigantada de Goliat.
Sumido en el terror no
deja de observar angustiado la amenaza constante. La limitación y los peligros
ocupan su horizonte diario.
Ante las lanzas y las
espadas de hierro, las cotas de malla, y los yelmos de bronce, el caminante
por valle de sombras, desconfía de los humildes guijarros y las hondas
pastoriles.
Pero si vemos al error
travestido en Goliat, debiéramos asumir el papel de David.
En la batalla entre un
poco de materia contra un mucho de lo mismo, en realidad sólo vence el
Espíritu, descubierto ya sea en un grano de mostaza o en una medida de
levadura.
Examinemos nuestro
entorno. Por un instante listemos todo lo que en la actualidad nos preocupa o
asusta. Enumeremos por una vez todo lo que nos aparece como montañas imposibles
de escalar.
Ese examen se puede hacer
como individuos o como miembros de una familia, grupo, país, asociación civil o
iglesia.
La solución a todo ello
nunca estuvo en la oscuridad.
Es cierto que Goliat
siempre está voceando sus amenazas. La Biblia precisa: “mañana y tarde durante
cuarenta días”. La cifra aportada es la forma semítica para expresar “mucho, o
todo el tiempo”.
El error, como el gigante
de la historia, está provocando a Dios. Está en el campo contrario, donde no
hay ley ni poder.
Y mientras no se le
enfrente con las armas adecuadas estará sembrando miedo y angustia. Pero como
David no podemos usar las mismas que usa la sugestión de imposibilidad. Hay que
despojarse de toda confianza que no sea en sólo el Infinito Sostenedor de las
bendiciones diarias.
Tenemos que enfrentarnos
"en el nombre del Señor". Es decir, reconociendo sólo ese Poder, esa
Realidad, el Absoluto que es Amor infalible.
“Del Señor es la batalla” (1)
Del Señor, el Cristo, son
todas las batallas contra todos los Goliat: los de la enfermedad, las
carencias, los del pecado y los de la muerte.
No suspiremos por mejores
medicamentos, más dólares o euros, más tiempo o apoyos materiales.
Tomemos conciencia, como
David, que ninguna creencia agigantada es real ante la infinitud del Amor de
Dios que nos provee de Sí mismo.
(1)1 Samuel 17: 47Y
sabrá toda esta congregación que el Señor no salva con espada y con lanza;
porque del Señor es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
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