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martes, 4 de abril de 2017

DAVID Y GOLIAT


A la humanidad le cuesta mirar al cielo. Se piensa que ser realista es ver sólo lo que llamamos tierra. Y lo que se contempla es sólo "cielo" sumido en la oscuridad.
Cuando no hay luz nos ausentamos de la belleza, perdemos el norte y el pánico más que el miedo se apodera de todo.
El hombre mortal, el que da la espalda al sol, visiona al mal revestido de “poderosas” armas y con la estatura agigantada de Goliat.
Sumido en el terror no deja de observar angustiado la amenaza constante. La limitación y los peligros ocupan su horizonte diario.
Ante las lanzas y las espadas de hierro, las cotas de malla, y los yelmos de bronce, el caminante por  valle de sombras, desconfía de los humildes guijarros y las hondas pastoriles.
Pero si vemos al error travestido en Goliat, debiéramos asumir el papel de David.
En la batalla entre un poco de materia contra un mucho de lo mismo, en realidad sólo vence el Espíritu, descubierto ya sea en un grano de mostaza o en una medida de levadura.
 Examinemos nuestro entorno. Por un instante listemos todo lo que en la actualidad nos preocupa o asusta. Enumeremos por una vez todo lo que nos aparece como montañas imposibles de escalar.
Ese examen se puede hacer como individuos o como miembros de una familia, grupo, país, asociación civil o iglesia.
La solución a todo ello nunca estuvo en la oscuridad.
Es cierto que Goliat siempre está voceando sus amenazas. La Biblia precisa: “mañana y tarde durante cuarenta días”. La cifra aportada es la forma semítica para expresar “mucho, o todo el tiempo”.
El error, como el gigante de la historia, está provocando a Dios. Está en el campo contrario, donde no hay ley ni poder.
Y mientras no se le enfrente con las armas adecuadas estará sembrando miedo y angustia. Pero como David no podemos usar las mismas que usa la sugestión de imposibilidad. Hay que despojarse de toda confianza que no sea en sólo el Infinito Sostenedor de las bendiciones diarias.
Tenemos que enfrentarnos "en el nombre del Señor". Es decir, reconociendo sólo ese Poder, esa Realidad, el Absoluto que es Amor infalible.
“Del Señor es la batalla” (1)
Del Señor, el Cristo, son todas las batallas contra todos los Goliat: los de la enfermedad, las carencias, los del pecado y los de la muerte.
No suspiremos por mejores medicamentos, más dólares o euros, más tiempo o apoyos materiales.
Tomemos conciencia, como David, que ninguna creencia agigantada es real ante la infinitud del Amor de Dios que nos provee de Sí mismo. 
(1)1 Samuel 17: 47Y sabrá toda esta congregación que el Señor no salva con espada y con lanza; porque del Señor es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.

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