Nada es complicado.
Sino que Todo es gracia.
Y la gracia siempre es gracia, "celestial" regalo.
Porque nada tiene que ver con "merecido" o conseguido por superar esta o aquella prueba.
Ni tampoco con aprobar las disciplinas divinas.
Agradecer o "acoger la gracia" es reconocer la grandeza de Dios que todo lo ha dado o está dando por imperativo de Su esencia y a cambio de nada.
Cierto que el mismo Pablo concibe la existencia como una carrera a superar o alcanzar una meta. Pero eso supone ya la dualidad.
Tenemos que traducir el peligroso, por equivoco, lenguaje que supone más de Uno.
Se trata en único ejercicio de reconocer ya y siempre que es solo Dios y su idea. Fundidos desde siempre. Nunca separados.
Es decir, ¡ya! y siempre estamos establecido en el Cielo.
Y ¡no! y en cualquier otro lugar que nunca es ni fue.
Y saber lo anterior conduce al descanso: establece en la paz.
Es el "yo" quien al revestirse de su personaje pseudo-espiritual se inventa la lucha por ser santo.
Cuando lo único que tiene que hacer es desaparecer. En su nada.
Porque la Verdad es que desde siempre estamos "graduados" por gracia.
domingo, 30 de abril de 2017
TU VIDA, ¿UNA TELENOVELA?
Esperaba en la fila para pagar la compra semanal. Delante dos mujeres
de mediana edad muy alteradas.
-“Estoy que no vivo con lo que va a
hacer Maximiliano”.
-“Es que la pobre María Desamparada
parece haber nacido para sufrir. Todo le sale mal.”
-“Y lo peor es que hoy es sábado y
hasta el lunes estaremos sin ver el nuevo capítulo”.
Por un instante un pensamiento de
superioridad y condena me rozó la conciencia: “¡Qué absurdo temer o preocuparse
por lo que sólo ocurre en la ficción de una telenovela!”
Pero al punto reaccioné con un
oportuno descubrimiento.
Tampoco yo he actuado diferente cuando me he
“sentido” envuelto en miedos por lo que únicamente sucede en la
llamada mente mortal, pero nunca en la Realidad.
Relatos inventados vampirizan a muchos
televidentes y demás adictos a los diversos productos de la imaginación.
Por tiempo esas "historias", al
ocupar la pantalla de la conciencia, relega al olvido el día a día.
En esos momentos están hipnotizados,
ausentes de todo lo que parece rodearles. Sólo tienen ojos y oídos para lo que
la fantasía de otros les están ofreciendo.
Con esta circunstancia descubro un interesante paralelismo
con lo que a menudo nos sucede.
Pese a que nuestra Vida, la de verdad, es Dios,
abandonamos el ámbito del Espíritu con sorprendente e inexplicable frecuencia
para adentrarnos en un territorio de sueños y pesadillas, enmarcado en la
materia, y que erroneamente identificamos con nuestra auténtica
existencia.
Es ahí donde consumimos” migajas de
felicidad, en las pausas que la preocupación, el miedo o el dolor nos conceden.
Ahí nos olvidamos y sustituimos nuestra Vida.
-No puedo verle perfecto.
¡Y menos mal! Porque eso sería
abrazarse con la locura.
Ver al villano de la telenovela como un
santo no disuelve el malestar que te produce tantas maldades.
Lo que te devuelve a la normalidad armoniosa
es cambiar de canal o apagar la televisión, y embeberte en ella.
-Esto no funciona. Me ha
escrito alguien que dice apoyarse en la Ciencia Cristiana.
Y me imagino a una de las señoras
angustiadas por María Desamparada, diciendo: -Por más que declaro que Luis
Alfredo es bueno no deja de ser un infame.
Y esa frase me descubre el error
en nuestra existencia cotidiana. Actuamos como el "abducido" por la
telenovela.
Para experimentar siempre la Armonía
no se trata de cambiar o “convertir” a los personajes de nuestras
visiones “mortales”.
Es reconocer que la realidad sólo está
conformada por la Vida: Dios perfecto y su manifestación igualmente
perfecta. (Ciencia y Salud 259:13-17)
Esto es lo que "sana" al
devolvernos al Todo del que nunca salimos. Eso es vivir.
Aceptar como reales las creencias
derivadas del pensar de este mundo nos desposee del gozo de la Vida y la
Verdad.
La mente mortal admitida es la
auténtica “usurpadora” al pretender robarnos la conciencia del Bien
infinito que se nos ha dado desde la eternidad.
sábado, 29 de abril de 2017
A PROPÓSITO DEL DESEO
El Buda señala que el deseo es la causa del sufrimiento.
entonces el pensamiento lógico se siente empujado a sentenciar:
"Nada hay que desear".
Y muchos reciben ese mandato como un suicidio.
Morir a todo lo que aspirábamos en el camino.
Pero la Verdad que ilumina mi cotidiano quehacer es muy otra:
¿Para qué desear?
Si en mí ya lo tengo todo.
Porque como la viuda arruinada, sólo hay que buscar en nuestra casa, en "el íntimo dentro".
Donde se encuentra el Reino. Es decir, el Cielo.
Y "ahora" el no desear ya nunca será dolorosa renuncia, sino armonioso y feliz recreo.
entonces el pensamiento lógico se siente empujado a sentenciar:
"Nada hay que desear".
Y muchos reciben ese mandato como un suicidio.
Morir a todo lo que aspirábamos en el camino.
Pero la Verdad que ilumina mi cotidiano quehacer es muy otra:
¿Para qué desear?
Si en mí ya lo tengo todo.
Porque como la viuda arruinada, sólo hay que buscar en nuestra casa, en "el íntimo dentro".
Donde se encuentra el Reino. Es decir, el Cielo.
Y "ahora" el no desear ya nunca será dolorosa renuncia, sino armonioso y feliz recreo.
¿LLEGAR A TIEMPO?
Me escribes:
"Tengo mucho que memorizar." Para acto seguido añadir
la preocupación: "Y, el tiempo es escaso".
Esa carencia
es la que certifica el problema.
En el reino
de la ilusión, son muy frecuentes esos "imposibles". Como casar
"mucho" y "escaso".
Es importante
evitar ese irreal territorio.
Pero, ¿cómo
distinguirlo?
Lo
reconoceremos siempre que tropecemos con un límite. Porque la ley que
rige el real reino, el de Dios no tiene barreras. Nunca constriñe.
Al contrario,
nos establece en infinita expansión y en dominio libre y absoluto.
Pero en tu
carta encadenas más preguntas.
¿Cómo llegar
a tiempo? ¿Cómo concentrarme?
Si
consideramos que nuestro cuerpo es material no extraña que esa ficción
esté sometida a inflamaciones, dolores, mutilaciones…
Ser
consciente de nuestra verdadera naturaleza es lo que asegura sentir la
continuidad de la salud.
Admitir como
nuestra realidad que vivimos en el tiempo es contradecir la verdad
afirmada por Pablo: “En Dios vivimos…”
Es situarnos
en un territorio mítico donde la Mente está ausente.
Pretender
“llegar a tiempo” es enredarnos con la irrealidad y todas sus secuelas.
Vivimos en la
eternidad, sin limitaciones. Donde nada es imperfecto. Donde todo es
“perfecto”. Es decir, donde todo ya está hecho. (1)
En el
presente continuo de Dios, todo lo que debe ser, está equipado de todo lo
necesario para que ya esté siendo. Nunca falta oportunidad, habilidad…
Podemos
hacernos un horario pero sabiendo que cada apartado de nuestra agenda no
es un dogal que aprieta y estresa la acción. Sino un espacio flexible donde
todo cabrá de una forma u otra.
Por eso es
una sutil trampa pensar que hay una fecha tope y que no llegaré "a
tiempo".
Si la mejoría
de una creencia de enfermedad sólo se comprueba calibrando la los
pensamientos, nuestra memorización no hay que comprobarla en un recuento
de páginas estudiadas, sino en la convicción creciente, firme y estable
de que mi única mente (no tengo otra) es la Mente.
Eso no resta
consagración al estudio, pero sí lo libera de las erradas angustias de
no llegar "a tiempo",
Sólo
desconcentra el pensar erróneo acerca de la posibilidad de una actividad
que no sea originada por el Padre.(2)
Siendo sólo
“imágen” nunca hay que temer que los conocimientos no se queden en
"mi" mente, sino saber que están siempre en la Mente, que es la mía.
----------------------------------------------------------
(1)
“Imperfecto”
proviene del latín y significa “lo no terminado”. “Perfecto” por el
contrario significa lo que ya está hecho.
(2)
“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo” Juan 5:19.
"El Padre que está en mí es quien actúa". Juan 14:10.
viernes, 28 de abril de 2017
LA DIRECCIÓN CORRECTA
"¿Qué hacer?" "¿Qué dirección tomar?" ¿Seguir o no con esta relación? ¿Acepto este trabajo y me despido del otro?
Cuantas veces leo éstas o parecidas preguntas.
Me llegan con frecuencia en los mensajes de ayuda.
Interrogantes que me visitan como propios cuando miro al futuro inmediato y al que ya no parece tan lejano.
Y es que en el sueño, todo se presenta como muy complicado.
Porque esta onírica existencia se mueve en un escenario presidido por la dualidad que se multiplica en el tiempo hasta convertirse en confusa multitud.
Pero sólo hay y es lo UNO.
Es decir, lo que llamamos Dios y su manifestación infinita.
Cuando esta declaración es la única que fundamenta nuestro quehacer, la perplejidad desaparece.
Puede que esperemos la claridad del Sol envuelto aun en el manto de la noche.
Pero es muy distinto a creer que hay más posibilidades.
Apoyados en la única sustancia, el Bien Infinito, ya no esperamos ansiosos si será un "Sí" o un "No".
Se trata sólo de un aguardar con paciencia, el seguro amanecer.
Y se cumple lo que dice Mary Baker Eddy: "Cuando pacientemente esperamos a Dios y buscamos la Verdad rectamente, Él dirige nuestro camino" (Ciencia y Salud 254:11-13)
Cuando reconocemos sólo a Dios en nuestro vivir, mientras parece que buscamos o esperamos ya estamos siempre pisando la meta.
Y la inoperante duda, con su torturante indecisión se disolvió.
Cuantas veces leo éstas o parecidas preguntas.
Me llegan con frecuencia en los mensajes de ayuda.
Interrogantes que me visitan como propios cuando miro al futuro inmediato y al que ya no parece tan lejano.
Y es que en el sueño, todo se presenta como muy complicado.
Porque esta onírica existencia se mueve en un escenario presidido por la dualidad que se multiplica en el tiempo hasta convertirse en confusa multitud.
Pero sólo hay y es lo UNO.
Es decir, lo que llamamos Dios y su manifestación infinita.
Cuando esta declaración es la única que fundamenta nuestro quehacer, la perplejidad desaparece.
Puede que esperemos la claridad del Sol envuelto aun en el manto de la noche.
Pero es muy distinto a creer que hay más posibilidades.
Apoyados en la única sustancia, el Bien Infinito, ya no esperamos ansiosos si será un "Sí" o un "No".
Se trata sólo de un aguardar con paciencia, el seguro amanecer.
Y se cumple lo que dice Mary Baker Eddy: "Cuando pacientemente esperamos a Dios y buscamos la Verdad rectamente, Él dirige nuestro camino" (Ciencia y Salud 254:11-13)
Cuando reconocemos sólo a Dios en nuestro vivir, mientras parece que buscamos o esperamos ya estamos siempre pisando la meta.
Y la inoperante duda, con su torturante indecisión se disolvió.
CORRESPONDER AL AMOR
Lo sublime es que Dios ama sin descanso ni restricciones.
Lo importante es que Dios me ama.
Ese es el Principio de todo. Es el Bien absoluto.
Ser consciente de ello nos abre la puerta del Paraíso aquí y ahora.
Pero también ayuda el corresponder al Amor.
Sentimos su inundación cuando vemos que nos rebosa.
Cuando evidenciamos que “El Amor se refleja en amor”.
Y ¿cómo puedo amar a Dios? Ese interrogante me ha acompañado desde
siempre.
Se me ocurre una primera respuesta: “Nunca con un Amor que no sea el
mismo Amor”.
El hombre, como imagen que es, nunca tiene la iniciativa. Ella pertenece
al Principio. “El nos amó primero”.
¿Cómo corresponder al infinito Amor?
Con toda humildad aporto las siguientes formas.
1º Amando al prójimo.
Si viendo al hombre, vemos al Padre, amando a aquél, abrazamos a Dios.
Pero para eso tengo que sentirlo próximo (=prójimo). Porque nada ni
nadie es ajeno, ya que es la manifestación del mismo Dios.
2º Obedeciendo.
Sé por experiencia que lo que calienta el corazón no es que me
mitifiquen, adulen, o me rodeen con muestras de respeto o consideración.
Me siento amado cuando se me toma en serio. Cuando se hace caso a lo que
digo o indico. No se trata de decir “Señor, Señor”. “Quien me ama guarda
mis mandamientos”. Y ¿cuál es el primero y principal? “No tendrás otros
dioses…” Es decir, experimentar la totalidad de Dios que excluye
cualquier otra realidad o ser.
Y, ¿cómo sé que estoy obedeciendo? Recuerdo que obedecer significa (ob
audire) “ser consecuente con lo escuchado”. Por tanto, primero si
silencio todo y sólo presto atención a los pensamientos de Dios. En
segundo lugar, si compruebo la consecuencia de ese “guardar mi palabra”:
“Estas cosas que yo hago, él las hará, e incluso mayores”.
Demostrar, sanarse y sanar a otros es señal de que amo. Es decir, que el
Amor me “traspasa”.
3º Me gusta advertir que AMAR no es colmar de cariño, no es acariciar al
otro con el calor de la piel o de la palabra o rodeándolo de regalos y
atenciones.
AMAR es ver y considerar al otro como Dios mismo lo ve. Entonces, ¿qué
será crecer en el amor a Dios?
La respuesta la revela la pura lógica:
Amar es conocer más y más a Dios, aceptando como Él se me va revelando y
no sólo como yo lo voy sintiendo. Es contemplar a Dios con la única
mirada.
Estoy seguro que siendo el Amor infinito, ilimitadas son las formas de
experimentarlo.
Y así, AMAR es estar abierto a las nuevas experiencias de cada día,
resistiendo la tentación de su contrario, el temor, que nos empuja a
cerrarnos.
Sólo el Amor nos puede enseñar a AMAR y su lecciones son continuas.
Ahora mismo, todo está listo para el feliz aprendizaje.
jueves, 27 de abril de 2017
RECONOCIENDO LO REAL
Cada vez que alguien viene a mi pensamiento...
se comunica conmigo...
o reparo en él por cualquier circunstancia o situación...
debo saber que es para "ser reconocido en su verdadera identidad".
Es decir, como Dios mismo manifestándose.
Importa poco que la mente mortal considere que es un desconocido, enemigo, deshonesto, desgraciado, enfermo incurable, miserable, victima o verdugo...
Y cuando se establezca este hábito en la conciencia, que es un continuo tratamiento de la Verdad, experimentaré la existencia como lo que es: una fiesta.
se comunica conmigo...
o reparo en él por cualquier circunstancia o situación...
debo saber que es para "ser reconocido en su verdadera identidad".
Es decir, como Dios mismo manifestándose.
Importa poco que la mente mortal considere que es un desconocido, enemigo, deshonesto, desgraciado, enfermo incurable, miserable, victima o verdugo...
Y cuando se establezca este hábito en la conciencia, que es un continuo tratamiento de la Verdad, experimentaré la existencia como lo que es: una fiesta.
COMPAÑEROS IMAGINARIOS
Fue en mi infancia. Durante un corto tiempo en que nos mudamos a las afueras de Málaga.
El lugar dificultaba encontrar compañeros de juegos.
Entonces imaginé a Errol, mi amigo invisible. Se trasladó a mi fantasía después de ver “Robín de los bosques”.
Con él sudaba incansable en interminables cabalgadas por el zaguán de “Villa Jazmín”. ¡Cuántos castillos asaltamos trepando por las rejas de hierro de las ventanas!
Pero mi compañero de aventuras era mi secreto.
Por eso mi abuela repetía: “Me preocupa que el niño hable solo. Un día no va a saber quién es”.
Después conocí a Tinín, el hermanito de Curro.
Como yo, también tenía un compañero imaginario. Lo llamaba Miguelito.
Y siempre que su madre iniciaba “un sumario por catástrofe” con “¿Quién lo rompió?”, Tinín se excusaba invariable: “Fue Miguelito”.
Esta mañana, Errol, Tinín y Miguelito han acudido a mi memoria.
Y también, María, mi abuelita. Porque ella, en parte, tenía razón. “Un día no vas a saber quién eres”.
Aunque eso no sucede por hablar solo y en juegos.
La inmensa mayoría de los adultos y de los niños confunden su verdadera identidad.
Se creen “Miguelito”, el culpable de todo.
Con los años no abandonamos al compañero invisible. Aunque así lo creíamos. Y se ha hecho “mayor” con nosotros.
Al fin, he descubierto su nombre. No es “Miguelito”, sino “yo”. Y “mortal” es su apellido.
En realidad podemos declarar a la manera de Tinín.
El que no ama es el “yo mortal”.
Es quien colecciona rencores.
El que se ahoga en celos y envidias.
El que se entristece.
El que teme o se preocupa.
El que se accidenta, se deteriora y sufre.
El que debe morir y muere.
Sólo ese imaginario “yo mortal”, es el protagonista de todo lo malo e inexistente.
Por eso Pepe, Curro, Tinín, la abuelita María... y todas las criaturas de Dios, somos inocentes. ¡Siempre!
RECORDATORIO
Aprovecho este espacio para recordar a quienes solicitan mi ayuda (porque así lo han sentido una vez vueltos a Dios, y no por costumbre, ya que hay muchísim@s practicist@s entregad@s, algun@ de l@s cuales puede ser el instrumento más adecuado):
1º que solo doy un tratamiento por vez.
2º Y que si persiste la mentira y desean (después de consultar de nuevo con el Padre) que sea yo el que siga orando, deben indicármelo cada vez (sin temor a ser reiterativos) aunque sea con un breve mensaje de e-mail, whatsapp o messenger.
1º que solo doy un tratamiento por vez.
2º Y que si persiste la mentira y desean (después de consultar de nuevo con el Padre) que sea yo el que siga orando, deben indicármelo cada vez (sin temor a ser reiterativos) aunque sea con un breve mensaje de e-mail, whatsapp o messenger.
miércoles, 26 de abril de 2017
JERARQUIZANDO DESEOS
Hay que jerarquizar deseos.
Primero: Dios por encima de todo.
Conocerle es saber al mismo tiempo que Él tiene un plan para cada uno de nosotros.
Uno que ninguna mentira podrá impedir gozarlo aquí y ahora.
Porque ese divino propósito, instante a instante ya se está cumpliendo.
Por tanto, ni los calendarios, ni las condiciones personales o del mundo, ni por supuesto el yo, (falsa manifestación de la inexistente mente mortal) puede constituirse en su obstáculo.
Y eso es aplicable para el tratamiento de cualquier desafío.
Es decir, estar convencido de esto disuelve las negras nubes que ocultan lo que es siempre: el perenne sol de la perfecta y eterna armonía.
Primero: Dios por encima de todo.
Conocerle es saber al mismo tiempo que Él tiene un plan para cada uno de nosotros.
Uno que ninguna mentira podrá impedir gozarlo aquí y ahora.
Porque ese divino propósito, instante a instante ya se está cumpliendo.
Por tanto, ni los calendarios, ni las condiciones personales o del mundo, ni por supuesto el yo, (falsa manifestación de la inexistente mente mortal) puede constituirse en su obstáculo.
Y eso es aplicable para el tratamiento de cualquier desafío.
Es decir, estar convencido de esto disuelve las negras nubes que ocultan lo que es siempre: el perenne sol de la perfecta y eterna armonía.
LAMENTARSE NO ES ESCALAR
Me dices que oras y no recibes.
Por el ventanal de mi habitación se me asoma la montaña regalando una
reflexión.
Mis esfuerzos para subir a la cumbre han de ser en orden a "ascender" y
no a "bajar".
Por mucho que camine espoleado por el deseo de coronar la cima, si mis
pasos se dirigen hacia abajo, nunca disfrutaré del éxito.
Para experimentar la compañía, la provisión, la armonía… la abundancia
de todo lo bueno, la senda a transitar ha de ser la aceptación gozosa
(agradecida) de todo eso.
Pasará quizás un tiempo hasta culminar la empresa, pero llegaremos.
Por el contrario, sentirse en soledad, llorar carencias, acoger
desesperanzas, impacientarse… no sólo retrasan sino que alejan día a
día la meta anhelada.
Lamentarse no es escalar.
Recuerda que cuando el bien no se ve, nunca será porque no está.
Es que le tengo cerrada la puerta de mi conciencia, donde todo se
experimenta.
“Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20
Que la oscuridad de los sentidos no te priven del disfrute del Todo que
a todos se nos ha dado, donde comulgamos con el Uno y su Universo.
“Felices serán los que sin ver creyeron.” Juan 20, 29.
martes, 25 de abril de 2017
TODO ES COMO MIREMOS
Antes me gustaban las "pelis" bélicas. Ahora ni las soporto.
Prefiero las comedias con final feliz, como sucede siempre en la
realidad "verdadera".
Por eso echo de menos a Frank Capra, el admirado director de
"Qué bello es vivir" (It's
a Wonderful Life),
y a todos los que describen un mundo donde la bondad y
la inocencia triunfan sin excepción.
Pero muchos siguen
pagando por pasar miedo ante una pantalla de cine. ¿Absurdo? Parece que
no tanto, ya que somos más los que nos sentimos víctimas del miedo en la
existencia cotidiana. Sin embargo, estar bien o experimentar miedo no es
producto del azar, sino sólo de una elección personal.
No es mi intención el
criticar. Caería en el mismo error que deseo evitar. Es una sutil forma
de elegir vivir bajo la creencia del mal. La crítica supone que hay algo
malo mezclado con lo bueno. Es una secuela de la tentación de la
serpiente.
Pudiendo mirar lo
correcto, lo armonioso y bello, ¿por qué ocupar el tiempo con visiones
defectuosas? Porque criticar es llenar la conciencia con lo que sólo son
secuencias de un sueño. Es renunciar, al menos durante ese lapso de
tiempo, a vivir en la armoniosa realidad. La ponderación del defecto nos
aparta del disfrute del bien al entretenernos con lo irreal.
Pero creemos ser mejores cuando como
nuevos inquisidores, escudriñamos nuestro entorno para delatar la falta.
Y con ello pisamos el mundo de la nada como nos lo recuerda la Sra.
Eddy: "El mal no tiene realidad.
No es ni persona ni lugar ni cosa, sino simplemente una creencia, una
ilusión del sentido material". (Ciencia y Salud, 71:2-4)
Un conocido relato nos presenta a dos
hombres que, a través de los barrotes, miran el exterior. Uno al
levantar la vista, descubre el firmamento y llena sus ojos de estrellas.
El otro, bajando los suyos, los embarra con el lodo que cubre el suelo.
Por eso, Jesús nos advertía: “No juzguéis
y no seréis juzgados”. A mí me gusta parafrasear en positivo ese sabio aviso con un: “No
busques males que denunciar, sino el Bien que te salvará.” (Mateo 7:1)
Descubrir errores sólo indica que éstos
habitan todavía en tu conciencia. Y mientras, estaré inhabilitado para
demostrar curación.
La crítica está en la antípoda de la
práctica cristiana. Como se prueba en Ciencia y Salud con el episodio de
Simón y la Magdalena. (Ciencia y Salud, 362-364)
“Si tu ojo te escandaliza arráncatelo” (Mateo 18:9). Porque no está sano. Al ver lo que no es, tampoco es el reflejo de la
Mente. Ya que “Dios es muy limpio de ojos para ver el mal”.(Habacuc 1:13)
El día que yo tampoco lo vea, habré
completado mi bautismo. Ya no experimentaré las dolorosas consecuencias
de creer en la existencia del mal.
Y mis amigos, estarán de enhorabuena.
Porque ya podré demostrar curación.
lunes, 24 de abril de 2017
LA ÚNICA RESPUESTA
¿Hay
respuestas
a todos
los “por qué”?
¡Por supuesto!
¿Para
los interrogantes nacidos de la curiosidad infantil?
Esa buscadora natural
de la Verdad?
¿Y para
los que se encorvan bajo el peso de cualquier carencia de bien?
Sólo una respuesta.
Y cuando
esta "una" se acepta, descerroja los pesados portones de la pesadilla, y
posibilita que la luz invada de alegría la existencia.
Todo lo
que se sugiere detrás de la incógnita, nunca puede fundamentar o
justificar una desarmonía.
Sino todo
lo contrario.
Tras el
velo siempre permanece el resplandor del Bien.
El mal
que aparece no se apoya en decretos inexorables o en una condena
inevitable, misteriosa y caprichosa cuyos argumentos son
incomprensibles.
Las
contradicciones y las injusticias que nos sorprenden casi a diario no
son ni para la queja ni para fatalística resignación.
Porque la
ceguera de nacimiento nunca tuvo causa.
Ni la
oscuridad que imposibilita el ver tiene Principio.
Y la
dificultad para gozar la armoniosa realidad es sólo sugestión.
¿Quién
pecó para que naciera ciego? (Juan 9: 2 Sus discípulos le preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó, para que éste haya nacido ciego? ¿Él, o sus padres?» 3 Jesús respondió: «No pecó él, ni tampoco sus padres. Más bien, fue para que las obras de Dios se manifiesten en él.)
Ni fue el
pecado de otros ni el nuestro, el justificante de una conciencia
atormentada.
¡Dios
mío! ¿Por qué…?
La
respuesta siempre fue, es y será: “Para que se manifieste la gloria
de Dios”.
No nos
encerremos en la celda de los torturadores interrogantes.
Todo lo
que suscite una dolorosa interrogación es para ser recurrido con energía
y de inmediato en el tribunal de la Verdad.
Siempre nos
asiste el derecho divino que es la única consecuencia de la Vida, la
Verdad y el Amor infinito, eterno y supremo.
El error
que pretende envolvernos sólo es una nueva oportunidad para que se manifieste
nuestro Padre-Madre Dios, del todo armonioso.
Porque no
lo olvidemos: nuestra extrema necesidad nunca es la sentencia
condenatoria del hombre sino siempre es
¡la oportunidad de Dios! (Ciencia y Salud 266:16-17 "la necesidad
extrema del hombre es la oportunidad de Dios")
domingo, 23 de abril de 2017
CREER EN EL HOMBRE
A veces, las
peticiones de ayuda llegan tan subrayadas de dolor y desespero que despiertan
al supuesto yo con el que tanto tiempo me he estado identificando.
Y llego a
creer por momentos que esa es la realidad.
Y para no experimentar el mundo de
mis temores me sumerjo en el océano infinito del Bien donde sólo reina la realidad
que es el Amor.
En Él voy ahogando el limitado patrimonio de la nada.
Y declarar la Verdad que sólo somos el Uno (aunque me escandalice confesar que
somos y estamos en la divinidad), es lo que va aquietando al que me llamó.
Al
mismo paso que entro en el sosiego de reconocer la totalidad del Bien.
Esa única realidad que excluye
incluso la posibilidad de su ausencia.
Durante años pensé
que el gran reto de la humanidad era creer en Dios.
Ahora sé que el
desafío a superar por todos es muy otro y a la vez semejante.
Se trata de creer en el verdadero hombre.
SIEMPRE EL AMOR
Lo diverso impide la reveladora quietud. (Salmo 46:10)
Y apoyarse en lo Uno bendice sin limitación. Dios es lo Uno. Y todo es uno con Él. "Como Tú y yo somos uno" ( Juan 17:21) y "Todo es Mente infinita y su manifestación infinita porque Dios es Todo en todo"(Ciencia y Salud 468:11-12.).
Recuerdo que aunque estuviera dedicado a la sagrada actividad de la práctica sanadora, siempre que recibía muchas peticiones de ayuda, se me hacía difícil mantenerme en la paz, la atmósfera de Dios. Las personalidades me presentaban sus dolorosas e inquietantes creencias y me sumían en una diversidad que nublaba mi conciencia de lo real.
Hasta que la luz se abrió paso en las tinieblas y conocí que la variada multitud era sólo una ilusión.
Descubrí que los que vienen a mí velan su verdadera imagen en la "máscara" de la personalidad. (La palabra "persona" es originalmente griega. Hace relación a la máscara que el actor se colocaba en el rostro para que su voz, "re-sonando" a través de ella, llegara al auditorio).
Pero todos manifiestan al mismo UNO, al único SER, el AMOR.
Ya no me siento tentado a "tratar" a una pluralidad de personas, sino que mi trabajo consiste en sacar a la luz, la realidad oculta por el sudario de las creencias. Es Dios, el Amor, el que se me presenta a cada instante. Es el UNO el que me llama, o envía un correo. Es el UNO el que me trae el menú en el restaurante, el que me sirve el carburante en la estación de servicio, le que me saluda por la calle, o me increpa al adelantarme en la carretera. Nunca me puedo encontrar con OTRO. Siempre estamos tratando con Dios.
Tras el universo de rostros, manos, gestos, palabras y acciones sólo es el UNO que veo, siento, escucho y recibo Su Amor.
Para gozar el encuentro constante con la Verdad, se impone el desnudo de lo superficial. Hay que despojarse de la propia "máscara" y desvestir a todos del ropaje de la diversidad personal.
Y así, en mí y en los otros, descubrir siempre al AMOR.
sábado, 22 de abril de 2017
¿ES POSIBLE LA SOLEDAD?
-La soledad es algo terrible. ¡Qué difícil se me hace el soportarla!
-Pero hija, no te quejes. Peor aún es estar sola en compañía.
-Hasta la Biblia lo dice: "No es bueno que el hombre esté solo".
Y lo oído me suscitó la pregunta ¿Acaso es posible la soledad?
Y suave y reconfortante recordé el salmo "¡Jamás podría yo alejarme de tu espíritu, o pretender huir de ti! Si pudiera yo subir al cielo, allí te encontraría; si bajara a lo profundo de la tierra, también allí te encontraría. Si volara yo hacia el este, tu mano derecha me guiaría;
si me quedara a vivir en el oeste, también allí me darías tu ayuda."(Salmo 139:7-10).
-Pero hija, no te quejes. Peor aún es estar sola en compañía.
-Hasta la Biblia lo dice: "No es bueno que el hombre esté solo".
Y lo oído me suscitó la pregunta ¿Acaso es posible la soledad?
Y suave y reconfortante recordé el salmo "¡Jamás podría yo alejarme de tu espíritu, o pretender huir de ti! Si pudiera yo subir al cielo, allí te encontraría; si bajara a lo profundo de la tierra, también allí te encontraría. Si volara yo hacia el este, tu mano derecha me guiaría;
si me quedara a vivir en el oeste, también allí me darías tu ayuda."(Salmo 139:7-10).
Y después me resonó la promesa de lo que parecía una despedida: presencia:
"Os aseguro que estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20)
Entonces, ¿qué es la soledad? ¿Cómo es posible?
Es sentirnos incompletos no de cosas sino de uno mismo.
Es ignorar quiénes somos. Es estar incomunicado con el centro de nuestra identidad.
Ser inconsciente de lo real.
Que estamos en Dios y Él es nuestro ser.
La soledad nunca es nostalgia de los otros, sino de nosotros, del Uno.
Y es cierto que en ese no experimentar nuestra perfección armoniosa, los demás son obstáculos para despertar en el silencioso reconocimiento de la infinita Presencia.
Porque sólo cuando reconocemos este eterno y cálido "ahora" es cuando los otros son nosotros y refuerzan el verdadero y alegre sentir.
NO MIRES EL VOLANTE. MIRA SÓLO EL CAMINO.
Esta existencia es un ir hacia la conciencia de
la felicidad.
En este viaje, ¿creemos sufrir accidentes? ¿Nos
preocupamos por los retrasos? ¿Parece que nunca llegamos o que estamos
perdidos?
No miremos el volante. Podríamos salirnos en la
primera curva. Tampoco fijemos los ojos en los árboles que jalonan el
trayecto. El choque estaría asegurado. Pongamos la mirada en el camino.
Y sin tensión, casi sin darnos cuenta, nos ceñiremos a su particular
trazado.
Yo considero al volante como la imagen de la
voluntad propia. Y ésta estorba más que ayuda en este peregrinar.
Porque no se trata de hacerse bueno o
comportarse bien. Para nada sirve el esfuerzo empleado. Aunque sea mucho
y a costa de sacrificios. Eso, hasta puede convertirse en un bloqueador
del avance. Incluso puede generar la soberbia o la vana complacencia
paralizadora del recto crecimiento.
Sólo el Padre es bueno por Sí. Todos los demás
lo somos por constituir Su reflejo. Leemos en el evangelio de Juan:
"Yo nada puedo por mi propia cuenta. Sólo hago lo que veo hacer a mi
Padre. Él me ama y me muestra todo lo que hace." (Juan 5,19-20)
Por
eso la Sra. Eddy llama al maestro de Nazaret "Mostrador del Camino".
Nuestra actividad es sólo "ver" lo que el Padre
hace. Se trata de "elevar la mirada". De tener los ojos fijos en Dios,
como nos recuerda el Salmo 123 y era la práctica continua y exitosa de
Jesús. Eso es no mirar a otro lado, árboles (problemas) o volante
(propio yo).
Si contemplamos sólo a Dios,
nuestro “volante” copiará la acción divina como ocurre al conducir o
manejar un vehículo por la carretera.
La creencia en la voluntad propia (en la
autonomía del volante) no lleva a ninguna parte, sino que nos saca del
camino.
No se trata de conducirnos, sino dejarnos
conducir.
La Sra. Eddy concluirá en el libro de texto de
la Ciencia Cristiana:“No hay más que un camino que conduce al cielo,
la armonía, y Cristo en la Ciencia Divina nos muestra ese camino. Es no
conocer otra realidad --no tener otra consciencia de la vida-- que el
bien, Dios y Su reflejo, y elevarse sobre los llamados dolores y
placeres de los sentidos" (Ciencia y Salud 242: 10)
.Los ojos elevados y fijos en el
único Camino guiarán nuestros “vehículos” hasta el disfrute del amoroso
gobierno del Padre-Madre.( "El hombre se encamina hacia la dirección en que mira, y donde está su tesoro, allí estará su corazón".Ciencia y Salud 451:15)
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viernes, 21 de abril de 2017
EL ÚNICO ERROR
Escucho con frecuencia:
"Estoy sufriendo un error".
Pero hablando con propiedad sólo habría uno.
Si es que el sueño donde percibimos las contradicciones constituyera nuestra realidad.
Es en ese supuesto estado donde parece actuar y con el que se confunde.
De acuerdo con el dicho "soñador y sueño son lo mismo".
¿Y cuál sería ese único error provocador de desarmonías?
Creer que somos un yo, un ser independiente y separado de Dios.
Con individual autonomía y con voluntad propia.
Este es el error que sustenta los aconteceres hipnóticos que constituyen el día a día de este mundo:
Admitir que lo que no es Dios ni su reflejo pueda tener existencia.
Porque esto y solo eso es lo que posibilita la enfermedad.
Y los conflictos, las amenazas, las omisiones, la soledad, la tristeza, el dolor, el desamor, la carencia de autoestima...
Y seguro que añadiríamos más y más si diéramos voz a la casi ininterrumpida queja de los sonámbulos que caminan a nuestro lado.
O si prestamos oído a los lamentos y remordimientos de ese personaje creado de y por la nada con el que confundo mi identidad.
"Estoy sufriendo un error".
Pero hablando con propiedad sólo habría uno.
Si es que el sueño donde percibimos las contradicciones constituyera nuestra realidad.
Es en ese supuesto estado donde parece actuar y con el que se confunde.
De acuerdo con el dicho "soñador y sueño son lo mismo".
¿Y cuál sería ese único error provocador de desarmonías?
Creer que somos un yo, un ser independiente y separado de Dios.
Con individual autonomía y con voluntad propia.
Este es el error que sustenta los aconteceres hipnóticos que constituyen el día a día de este mundo:
Admitir que lo que no es Dios ni su reflejo pueda tener existencia.
Porque esto y solo eso es lo que posibilita la enfermedad.
Y los conflictos, las amenazas, las omisiones, la soledad, la tristeza, el dolor, el desamor, la carencia de autoestima...
Y seguro que añadiríamos más y más si diéramos voz a la casi ininterrumpida queja de los sonámbulos que caminan a nuestro lado.
O si prestamos oído a los lamentos y remordimientos de ese personaje creado de y por la nada con el que confundo mi identidad.
VEO HOMBRES COMO ÁRBOLES
Desde hace días un pasaje de Marcos me acompaña como
si fuera mi sombra. Se trata de Marcos 8:22-26 (1)
El ciego es llevado. Como si fuera un manto muy pesado sobre mis hombros,
esta frase me retira kilos de agobiante responsabilidad. "Seré
llevado". Todo está organizado para estar frente al Cristo. La Verdad es
nuestra máxima necesidad y por serlo, siempre se nos procurará desde lo alto.
El auxilio nos viene del Señor.
Para dejar de ser ciego hay un paso previo. Salir de
la aldea. Es decir, del tumulto, del ruido, del trasiego, del existir “para
afuera”. Es ser llevado de la soledad en medio de la multitud, al silencio
donde sentir la Presencia.
La escena que sigue puede escandalizar. Los ojos del
ciego son escupidos. Reciben el desprecio. Los profetas comunicaban sus
mensajes con la acción. Las palabras pueden ser equívocas, pero el gesto nunca
engaña. Aquí Jesús echa mano del lenguaje profético. Quiere que todos conozcan
el valor de la visión ciega del hombre mortal. Es basura inservible.
El Maestro aísla aun más los ojos sin luz del ciego al
poner sobre ellos sus manos.
¿Ve algo? Para todos, el ciego ha dejado de serlo, ya
que su conciencia ha sido invadida de imágenes en movimiento. Ahora es como uno
más de la aldea.
Pero, ¿qué ve? “Hombres como árboles que andan”. La
frase tiene un concreto y gran significado. Los árboles están constituidos por
la madera. Y de ahí viene la palabra con que se nombra lo opuesto al Espíritu,
a lo real. “Materia” es una deformación de “madera”. “Veo hombres como árboles
que andan” significa “TODO lo que alcanzo a distinguir es material, incluso los
hombres, las llamadas imágenes de Dios”.
Sólo cuando “viendo” así, se le impide la visión
material con las manos (el poder) del Cristo, podrá ver con claridad.
La Verdad sólo es visible a través de Ella misma. Sólo
se ve por medio del Cristo que ciega la materia e ilumina con la gloria de
Dios.
Pero hay más. Una última e importante doble
recomendación: No volver a la aldea ni conversar con sus habitantes.
Si queremos conservar la visión del Cristo hay que
dejar “el mundo” con sus leyes, poderes y creencias. No dialogar con el error
para no enredarnos con la tupida malla de sus argumentos y “verdades”.
El mensaje me ha llegado claro y práctico: Para ver,
siempre he de cegar los ojos físicos con el poder del Cristo y saber que los
hombres y la creación entera no son materia (madera) que se mueve, sino
manifestación del Espíritu de Vida. Y dejar la atmósfera mental de la aldea para
subir a lo alto donde encontraré el Todo.
(1) le trajeron un
ciego, y le rogaron que lo tocara. 23 Entonces, tomando la mano del ciego, lo
sacó fuera de la aldea; escupió en sus ojos, puso sus manos sobre él y le
preguntó si veía algo. 24 Él, mirando, dijo: --Veo los hombres como
árboles, pero los veo que andan. 25 Luego le puso otra vez las manos sobre los
ojos, y le hizo que mirara; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a
todos. 26 Jesús lo envió a su casa, diciendo: --No entres en la aldea, ni lo digas a
nadie en la aldea.
jueves, 20 de abril de 2017
EL MANDAMIENTO SIEMPRE VIGENTE
Donde está la luz,
la oscuridad nunca es.
Y por eso es alentador recordar el primer
mandamiento de Dios registrado en la Biblia. "Sea la luz".
Y puesto que ese orden nunca fue rescindida, invertida o alterada, es ley que esta luz siga y
sea siempre presente.
Y ahora también.
A pesar de la
errónea apariencia de que la oscuridad la ha reemplazado.
Sólo es necesario
que abandonemos al "yo" siempre “ciego de nacimiento”.
Se impone el asumir nuestra verdadera identidad:
"Vosotros sois la
luz".
Y más que buscarle
causa al error contemplemos lo único que es:
La continua manifestación de
la gloria de Dios
LIMPIADOR DE NUBES
-Soy inventor. Previamente me había dicho su nombre y apellido.
El tren inició su viaje de Málaga hasta Madrid y el inventor me confió su secreto.
-He construido un limpiador de nubes. Afean muchoo el cielo. Así siempre habrá más claridad. Los americanos me lo quieren comprar. Me han hecho una oferta y por eso voy a Madrid, para hablar con el embajador. Pero, por favor, todavía no se lo diga a nadie.
La razón de mi espontáneo confidente era la que no parecía muy despejada.
Hasta que me apeé en Córdoba no cesó de fabular acerca de inventos que le habían robado algunos eminentes premios Nobel, y de su motor de aire. ¡Salvará la economía del futuro!
Pero fue el limpiador de nubes el que se hizo un lugarcito en mi memoria. Yo conocía la propiedad del yoduro de plata como provocador de lluvia y por tanto disolvente de nubes, pero aquello era diferente. Se trataba de un tubo de unos dos metros de longitud y un centímetro de diametro que disparaba una especie de rayo láser. Bastaba con apuntar y… ¡zas! El nubarrón desaparecía.
Después de casi quince años, el “invento” se despertó hoy en mi memoria. ¿Por qué?
Al inicio del día procuro ser consciente de la Verdad donde estoy situado. ¡Estoy en el cielo! Nada tengo que esperar, sólo agudizar la vista. Valerme de la auténtica y única visión espiritual. ¡Y gozar del día que hizo el Señor!
Pero el límpido cielo parece, con persistente frecuencia, como cubierto de nubes negras. Sobre todo cuando suenan los “rings” del teléfono o llegan los correos electrónicos. Resultan como una suerte de velo que oculta la alegre realidad de la divina presencia.
“Afean mucho el cielo” recuerdo la frase del “inventor” y su "imaginado invento".
No necesito rayo láser. Me basta con ser consciente del Amor. El que todo ha creado. El que lo llena todo. Y donde me muevo, vivo y soy.
Mi “limpiador” es el escuchar los “buenos días” de Dios que no son otros que “Tú eres mi hijo muy amado, ¡mi alegría!”
Y entonces, cuando sin desesperar, continuo a la escucha (eso es obedecer), compruebo como el solvente universal disuelve la dureza adamantina del error . Y descubro que es tan vaporoso como una nube, y que el cielo existe sin cambios desde toda la eternidad. (1)
(1) Ciencia y Salud 242: 16-19 En paciente obediencia a un Dios paciente, laboremos por disolver con el solvente universal del Amor la dureza adamantina del error.
miércoles, 19 de abril de 2017
CLASES DE PINTURA
Este
martes Laly comenzó sus clases de pintura.
Y a
propósito de esta nueva actividad mi pensamiento se ha entretenido con lo que no
deja de ser una perogrullada.
Pero
siempre práctica.
Si
quiero pintar una montaña y sólo miro y miro al árbol que tengo justo al lado, lo
que al final aparecerá en el lienzo podrá
ser un tronco rugoso o una rama más o menos florida.
Pero
nunca una cumbre.
Igual
sucede con nosotros. Solo debemos poner los ojos en el infinito Bien que somos.
Y dejar
de girar alrededor de ese yo que la mente mortal con tanto esfuerzo y
sufrimiento ha ido creando con esa otra mentira que es el tiempo.
Fijar
la atención en todo lo que descubramos como bueno, bello, inocente, noble, armonioso
y capaz (es decir, rebosando cualidades) es lo que se necesita para disfrutar de
nuestro perfecto autorretrato.
EL ESPÍRITU ES TODO, SIEMPRE
Estabas indeciso. Incluso temeroso. Tenías que usar tu coche para viajar
a otra ciudad.
Las temperaturas habían descendido y se anunciaban fuertes heladas.
Me confiaste tu preocupación. -"Temo salirme de la carretera. Pero
por otra parte no puedo suspender la ida".
Y añadiste un ruego. -"Ayúdame con un pensamiento".
-"En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
(Hechos 17:28) El Espíritu es infinito y jamás nos podemos salir de Él."
Como
me llegó a la conciencia así se lo comuniqué.
Pero
este diálogo me llevó a reflexión.
Por mi misma experiencia, creo que muchos vivimos nuestros asuntos, el
quehacer de cada día, dentro de un marco muy difuminado o ambiguo. en
demasía
Declaramos que “Dios es Todo y su manifestación infinita”. Para luego
tratar el entorno y a nosotros mismos como “físicos”.
En lugar de “metafísicos”.
Es cierto
que cuando
esa indefinición se torna amenazante o dolorosa acudimos presurosos a
nuestros cuarteles espirituales, y desenfundamos nuestras declaraciones
y “tratamientos”.
Pero pasada la tormenta, vuelta a la rutina semi-inconsciente una vez
más.
La mudanza a lo eterno sobreviene cuando se otea el peligro o descargó
ya la tempestad. Pero retornamos casi siempre al escenario finito. Al
único lugar donde puede perpetuarse la desarmonía siempre material y lo
espiritual queda nublado.
Aunque no lo confesemos, ese terreno nos parece más cómodo y familiar,
que el abrazo protector y poderoso del Padre-Madre.
Pero ¡ojo!,
experimentamos conforme al pensamiento en que nos apoyamos y en la
conciencia en que descansemos. Según "estemos" en el error o en la
Verdad.
Por eso he de recordarme que el Espíritu es Todo. ¡SIEMPRE!
Nunca estoy en la materia, ni sometido a su ilusorio poder. En ningún
momento de mi existencia lo estuve ni lo estaré.
Jamás manejo por carreteras asfaltadas. Como tampoco viajo más allá de
Dios mismo.Porque Él es siempre el Camino.
“Andamos sobre fuerzas… que pertenecen por entero a la Mente divina,
que son inherentes a esa Mente, y así las restituye a su justo lugar y
clasificación.” (Ciencia y Salud 124:29-34)
martes, 18 de abril de 2017
AMURALLAR LA ARMONÍA
Los problemas se crean cuando revestimos de realidad a la imperfección.
La que se nos comunica a diario a través de
los sentidos.
Ya sea acerca de nosotros o de todos los otros, cercanos o lejanos.
Disolver eso con la ayuda de ideas
metafísicas es chistoso además de inútil
Cada
vez que se me presenta lo no armonioso tengo la oportunidad de negar
que exista fuera de la nada.
Pero su aparición es más -y sobre todo- una invitación a desempolvar la convicción que fundamenta todo:
"Sólo es el bien
infinito"
Y esto
me resultará cada vez más fácil si en mi conciencia no permito
la permanencia de lo defectuoso ni un segundo siquiera.
Y sin
que me importe como de pequeño e inofensivo se presente.
Porque hacerle
hueco en el pensamiento no sólo es aceptar la dualidad.
Es negar al Uno al mismo tiempo y como inevitable consecuencia.
Y así instalar aunque sea una mínima molécula de mal en mi concepción del Todo, es ocultarlo como un imposible por irresponsable negligencia.
Por eso hay que sacarle brillo a nuestras
convicciones y amurallar con ellas nuestra armonía.
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