En el relato midráshico de María con Gabriel, el ángel del Anuncio, ella define con su "Hágase" lo que es confiar.
Ante lo imposible para el parecer humano, acepta la voluntad del Padre por encima de cualquier duda o prudente reparo.
Y Jesús repite la actitud de la madre de forma idéntica: "Hágase Tu voluntad y no la mía".
La confianza no tiene voluntad propia.
Es lo que permite el abrazo con el Todo, el abrirse a la Vida y al gozo de la Unidad.
Confiar plenamente posibilita el abandono diario en el Infinito que sostiene y hace que el presente sea la realización de todas las bendiciones.
Pero para ello hay que dejar fuera cualquier deseo que no pertenezca a la Mente amorosa.
Y así confiar es nuestra parte en el eterno Hacer.
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