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martes, 8 de agosto de 2017

TODO ESTÁ HECHO. SÓLO HAY QUE REFLEJARLO.

Durante muchos años he sufrido una pesadilla recurrente.
Tenía que preparar unos difíciles exámenes para la mañana siguiente.
¡Cuanta preocupación! Un sentido humano de responsabilidad alimentaba los rescoldos del miedo.
Y qué descanso al despertar. Hacía tiempo que superé las pruebas académicas.
Y ahora me visita este recuerdo porque me enredé en un amplio surtido de preocupaciones.
El día parece acabarse, aunque empieza... 
Ante tanto que queda por hacer.
Y me despierto al escuchar la caricia de la Palabra: "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno" (Génesis 1:31)
No se trata de hacer, sino reflejar desde la realidad que es eterna, lo que ya está hecho. 
Pero que sólo manifestaré (haré) y sin esfuerzo, desde ese sentirme en Dios.
Eso no me llevará a pasividad alienante y evasiva, sino a facilidad de poner en este plano lo que es divino y desde siempre.
Y "así en la tierra como en el cielo" Dios es el Hacedor. No el "yo".
Todo está hecho. 
No lo debo olvidar.
Sólo queda reflejarlo. 
Es decir, disfrutarlo.

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