En estos días los deseos de felicidad lo llenan todo.
¡Felices Fiestas! es una expresión globalizada. Se oye,
dice, escribe o se lee por todas partes.
Pero ¿qué es “ser feliz”?
Porque son muchos los que lo pretenden y casi tantos los que no lo
consiguen.
Si se aplica la lente del “tesoro de las palabras” se descubre un
profundo y práctico significado que el uso indiscriminado había nublado.
Feliz es el que posee “felicidad”. Y esa cualidad está ligada de forma
esencial e íntima a todo aquello que engendra, hace florecer o comunica
vida.
Referida al género humano es de connotación femenina. Más en concreto se
circunscribe a quien amamanta.
Es decir, a quien da de sí mismo de forma “natural”. Quien nutre sin
exigir nada.
Feliz es quien regala su propio ser como algo inherente a su esencia.
Cuando decimos ¡Felicidades! expresamos mucho. Deseamos mucho más que
placeres materiales o armonía espiritual.
Aún sin saberlo, queremos que ese tiempo sea para nuestros
destinatarios, ocasión para que se den a los demás desde lo más íntimo.
Porque sólo así, se es feliz.
Ese es el secreto de la más profunda dicha.
La raíz de la felicidad, su Principio, no puede ser otro que el
Amor.
Por eso Dios es infinitamente feliz.
Y nosotros también lo seremos cuando, como imágenes, hagamos lo que
vemos hacer al Padre. (Juan 5:19 “…solo
hace lo que ve hacer al Padre.")
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