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domingo, 20 de agosto de 2017

LA CORRECCIÓN PERFECTA

Acabo de recordar cuanta inspiración sentí al conocer la práctica de cierta tribu africana.
Cuando alguien comete una falta se le coloca de pie en el centro del poblado. 
Después la comunidad le rodea en un perfecto círculo. 
Y todos, hombres y mujeres, adultos, niños y ancianos, comienzan a decirle por turno todas las cualidades y hechos buenos que conocen de él. 
Eso puede llevar horas, e incluso un día completo. Al final es reintegrado en la colectividad después de ser abrazado por cada uno de sus miembros.
Esta sabia forma de corregir se acerca mucho a la perfecta. 
No se trata de afear al mal y darle inmerecido protagonismo.
Sino manifestar todo el Bien que cada uno es. 
Y hacerlo desde el Amor que sana todo. 
Ya se corrija al prójimo.
O a uno mismo que suele parecer lo más difícil.
Ese enfrentarnos con lo que en realidad somos, el reflejo pleno del Uno es todo lo que hace falta.


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