Comienzo este día como si fuera el primero de mi existencia.
Sin aceptar pasado
que bloquee mi caminar con recuerdos de fracasos o remordimientos paralizantes.
Y sin distraerme con futuros que todavía no son.
Afirmo convencido que soy espiritual y no tener un cuerpo.
Ni armonioso ni con desarmonía.
Formado de ideas espirituales y nunca por órganos físicos.
Manifestando cualidades y funciones divinas.
Declaro que sólo Dios me
gobierna.
Ya que no reconozco más poder que el Amor, la Vida, la Verdad, el Principio, el
Espíritu, el Alma, la Mente, el Bien.
Esto constituye mi piedra de toque para discernir que es real.
En verdad sólo puedo ser atraído
por Dios.
Y ahora (y siempre) no estoy necesitado de nada.
Si soy tentado me volveré a Dios y diré:
“¿Qué he de hacer?”
Preguntando en la certeza que lo
mismo que "quien busca recibe", estoy seguro de "quien pregunta también recibe respuesta".
Y con ella, también la fuerza para
realizarla.
Iré aportando
luz a toda zona oscura con la que tropiece.
Siendo luz que
ilumine pero sin deslumbrar.
Siendo ayuda y no
juicio. Absolución y no atadura.
Y me descargo de
tantas responsabilidades que casi siempre acaban convirtiéndose en culpabilidades.
Aquellas que
sólo pertenecen al imaginario “yo” que no soy ni nunca fui.
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