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jueves, 4 de mayo de 2017

¿QUÉ "ME" ESPERA?

 

Esta mañana  va de interrogantes.
 ¿A qué o quién se refiere ese “me”?
  Obviamente a mí. A mi yo personal.
Una pregunta más: ¿Hay algo o alguien aparte Dios, el único “Yo soy”?
La respuesta correcta es la negación absoluta.
¡No!
Entonces, ¿Dónde estoy?
En la nada. Y por tanto este “yo” es una nada con ínfulas de pretendida existencia.
No obstante, ¿cómo es que registro pensamientos?
¿Cómo  capto lógicas deducciones encadenadas entre sí  hasta una razonable conclusión?
¿Quién reflexiona,  piensa y capta?
 Sólo el “Yo soy”. La Mente infinita. La única Realidad o Verdad. El Ser.
Lo percibido es Su actividad. Son sus efectos que sólo Él reúne y clasifica.
 Pero, ¿por qué el yo -con el que me suelo  identificar- cree pensar? 
Y aún más ¿por qué lo sentido casi nunca aparece  puro y sí como limitado e imperfecto?
Porque lo que no pertenece a la Realidad-Verdad participa del error. 
 Lo que no es consecuencia  del Amor, se presenta como preocupación y miedo.
 Lo que no es consciente de la Vida, se siente cercado por la muerte.
Ese yo que se confiesa mortal es el responsable de todo pensar adulterado.
Es el que presenta empequeñecida y enmascarada la Armonía infinita.
Ese “me” suplanta la verdadera identidad.
Es como la ganga que cubre la pepita de oro. Esa escoria que oculta y empalidece el brillo.
Soy el reflejo del Yo soy. Pero el “yo mortal” es el velo que difumina y oscurece el Todo.
Sucede como con el oro. Hasta que no se refine la escoria en el crisol no se des-cubre la Realidad.
Ocupaos de vuestra salvación (Filipenses 2:12) urge Pablo.  Y con razón.  Conviene que el  pequeño “ego” desaparezca antes del tránsito definitivo.
Este es nuestro actual y correcto quehacer.
Que el "yo" disminuya y que el "Yo soy" crezca.
El Yo es Dios y Yo soy Dios, siempre que cese de ser “yo”, dice un proverbio sufí.
Eso es lo que “me” espera. Cesar, desaparecer... 
Pero quien de verdad soy ya tiene la bienaventuranza. “Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios (Mateo 5:8 )
Porque cuando mi corazón (el pensar) esté limpio (se haya consumido el “yo mortal”) reflejaré a Dios.
Y “estaré saciado (completo, perfecto) al despertar a Tu semejanza.(Salmos 17:15)

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