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lunes, 22 de mayo de 2017

¿VIVIR EN EL MUNDO?

No somos del mundo.
Esto es:No pertenecemos a lo limitado, a lo cambiante, a lo capaz de carencias y deterioros.
Nuestro Todo es Dios.
 No obstante nuestra actual percepción es "estar" en ese espacio que parece sometido a tantas influencias.
Aunque es "el ser" y no "el estar" lo que conforma la identidad.
Mi estadía en el extranjero puede abarcar incluso años, pero eso solo nunca me despojará de mi "españolidad". 
Sin embargo hemos de admitir que "estar en el mundo" favorece el continuo fluir de tentaciones.
Son sugerencias más o menos agresivas que amenazan invadir nuestra conciencia si no ajustamos los sentidos con el discernimiento espiritual. 
El mundo no posee atmósfera propicia para la Vida.
Pero el hombre la lleva consigo en todo momento. Le es metafísicamente imposible separarse de ella. 
 Entonces, ¿cómo estar en el presente escenario?
Una vez más Jesús nos da una triple pauta.
En los evangelios sinópticos, en el relato de las tentaciones, se encuentra la síntesis de su proceder.
1º El verdadero alimento que sacia y guía es la Palabra de Dios. Es el cernidor que separa el trigo de la cizaña.
2º Ser hijo del Altísimo no es ser ni actuar como un "Supermán".
3º Es dar fe con todo el corazón que lo único deseable es el Reino de Dios. Y no los aparentes "tesoros" del mundo.
Pero para que esta respuesta surja con espontaneidad ante la seducción mundana hay algo previo.
Y es rumiar hasta la convicción el "Tú eres mi hijo muy amado, mi alegría".  Esa es la Palabra que siempre se nos está declarando.
Ella define nuestro "ser": somos la finalidad del Amor, “la causa” de la eterna e infinita alegría de Dios.
Eso es lo que escuchamos cuando nos bautizamos. Es decir,purificamos la conciencia.
Es nuestro ser y nuestro poder.

No olvidemos que el tentador al situar a Jesús en el pináculo del templo, sólo pudo sugerir pero nunca empujar

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