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miércoles, 17 de mayo de 2017

¡TAMPOCO DIOS TIENE TIEMPO!


"¿Qué hacer? La carga de trabajo es abrumadora y me afecta. Me ocupa doce horas de lunes a viernes, y a veces hasta unas horas los sábados."
Si hubieras añadido " y también los domingos", habría pensado que era un ama de casa española la que me escribía.
Bromas aparte, me enfoco en tu consulta.
Me vienes a decir que te falta el tiempo. Aquí va un consuelo de urgencia: "Dios tampoco lo tiene".
Pero razonemos.
"Empezar bien es terminar  bien" (Ciencia y Salud 262:31). Para resolver cualquier problema hay que partir de datos correctos.
Si alguien pretende ir a un lugar que cree estar al Sur de su actual posición cuando en realidad se encuentra al Norte, ¿que le puede ocurrir?
Está claro: cada paso dado lo alejará más de su propósito.
Entonces, primero conviene saber donde estamos.
¿En el tiempo? Pero esta coordenada sólo se refiere a la duración, al cambio, y por consiguiente, al deterioro... Es decir, al mundo material.
Repetiré: ¿Donde estamos?  ¡En la eternidad! Esa es la respuesta correcta.
Y ¿qué sucede aquí? (No hay allí o fuera). Que todo está bajo el control amoroso de la Mente.
Y mucho más: ¡que todo ya está hecho!
¿Quién lo hace? (No uso el pasado, ni el futuro, porque en la realidad todo es presente): ¡la Mente!
¿En qué consiste el trabajo del hombre? Aunque parezca obvio hay que recordar que el hombre es la imagen de Dios.
Luego, ¿cuál es su cometido? "Darse cuenta" siempre de la constante, pacífica y activa presencia de Dios.
Siempre estoy en lo que hago, cuando sé que sólo reflejo lo ya hecho y dejo a un lado la preocupación por terminarlo bien. La responsabilidad es Suya.
Se trata de confiar en Sus Palabras. Y ahora me llegan estas dos:
"Si el Señor no construye la casa, de nada sirve que los albañiles se esfuercen" (Salmo 127,1)
"El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve que el Padre hace; porque todo lo que el Padre hace, eso mismo lo hace el Hijo." (Juan 5:17).
Recordemos que nunca estamos solos, ni somos autónomos para actuar. Se trata de asumir en cada circunstancia nuestra identidad de reflejo divino.
Y ¿qué nos puede situar en la eternidad, donde todo es fluido y sin hipnóticas prisas de inexistente tiempo?
La respuesta la encuentro en el comienzo de mi libro de estudio: "Para los que se apoyan en el Infinito Sostenedor, el día está lleno de bendiciones". (Ciencia y Salud vii:1-2)
Cita clave que para andar por casa o en el trabajo, traduciría como:
"Para los que confían plenamente en Dios, el único día -el que hizo el Señor-, está repleto de éxitos".

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