En el evangelio de Mateo se dice claramente
que la cizaña es sembrada entre el trigo mientras los hombres dormían.
La cizaña es el error. El sueño es su
sembrado. Allí y sólo allí es donde crece.
Los hombres no han sembrado la cizaña. No somos
responsables de eso. Ni tampoco de la buena semilla. Ha sido el amo quien la
repartió por su campo.
Cuando percibimos la mala hierba del error
debemos escuchar al Amo de la finca.
No se trata de sembrar acaloradamente más buena
semilla. Ya está toda en las entrañas de la tierra esperando dar su fruto en su
tiempo.
Ni de emplearnos a luchar contra el error,
entregados a la casi exclusiva tarea de extirpar la cizaña. Luchar contra el
error posibilita el riesgo de arrancarnos de la Verdad.
Sólo cuando la buena semilla "muestre" sus miles
de espigas cargadas de grano, será fácil separar sin miedo la cizaña.
Sólo cuando el Bien nos sea evidente, después de
una espera confiada, podemos enfrentar el error. Mientras hay que recurrir a las
palabras del Amo que tranquilizan y nos hacen confiar. Ese escuchar al "dueño de
la finca" se llama orar.
Las palabras del Amo anuncian: los graneros se
llenarán, no habrá hambre ni pobreza; la cizaña será siempre convertida en
ceniza para abonar los campos.
La Ciencia Cristiana revela un solo Poder. Pero
con relativa frecuencia parece que nos aceptamos un solo Dios, sino la
existencia de dos poderes. Y quizás hasta podemos hablar más del error (nuevo
Satanás), producto siempre del sueño, que del Padre-Madre, único Principio y
Señor de Todo.
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