¿Me cuesta trabajo “amar"?
Lo preguntaré de otra
forma.
¿Me resulta imposible -"o casi"-, perdonar, olvidar, ver
sólo lo bueno, unirme, dar, soportar, esperar, experimentar la paz y la
alegría….?
Si así es, estoy seguro de
algo.
Habré comenzado el aprendizaje de este armonioso idioma
espiritual de forma equivocada.
Aquí, para avanzar por la senda correcta, hay que empezar
primero por la voz pasiva:
“Yo soy amado”, “tú eres amado”, “nosotros hemos sido y
seremos amados”… “yo estoy unido siempre a Dios, el Bien infinito”… “yo
estoy en la paz del cielo”…
Sólo así podremos pronunciar después con clara facilidad:
“Yo amo”, “Yo sólo veo el Bien”…
Porque “Dios nos amó primero”. (1 Juan 4:10 El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, el Cristo.) Sin recibir la luz, es
impracticable el reflejarla.
Dice la Sra. Eddy que “Empezar bien es terminar bien” (Ciencia y Salud 262:31)
Hay que iniciarse desde el Principio. Es decir, comenzar
por Dios, por El que es el Amor.
La tierra refleja la luz durante el día nada más.
Mientras se encara al Sol y se deja iluminar.
Para nosotros
será de día
y no noche de sueños y pesadillas,
siempre que nos volvamos al Amor, a nuestro Sol, .
Y tornarse
a Dios, es darle la espalda a todo lo que no Le pertenezca, incluso a la
identidad mortal que llamamos “yo”.
“Ese” que al intentar el amor por sí mismo, olvida de
fracaso en fracaso , que en la lengua de los ángeles, el verbo
“amar” hay que comenzar a conjugar en voz pasiva. Y estar ahí mucho
tiempo antes de pasar a la activa.
Así
cuando nos empapemos de ese “soy amado”, podremos decir sin vanagloria
ni esfuerzo: “Yo amo” suave y de forma natural.
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