Al metafísico se le acusa con frecuencia de vivir
de espaldas a la realidad. De falta de compromiso con el mundo donde se
encuentra. En definitiva, de evasión.
Ante una humanidad crucificada por la violencia,
ahogándose por mareas de miserias físicas y morales, usar la oración
como solución a la mayoría le parece una broma.
¿Son justas esas imputaciones?
¿Pero de qué actitudes metafísicas hablamos?
Si de las posturas ya criticadas por Jesús en la
parábola del buen samaritano, estoy completamente de acuerdo.
El camino del sacerdote y del levita transita
paralelo al sufrimiento de las víctimas de este mundo.
Pero el sendero de Jesús en muy otro. Y ese es el
que los estudiantes de la Ciencia Cristiana intentamos seguir.
Hay una secuencia de la vida de Jesús que aclara
luminosamente lo que es e implica la oración cristiana.
Miles de personas le rodean. Están en descampado.
El hambre aparece. El maestro no ignora la situación de la muchedumbre.
Ni les da la espalda ni se resigna a la lamentación. Se siente
comprometido con lo que percibe. Ha de transformar la visión, sin
evadirse a una contemplación celestial.
Sus primeras palabras subrayan la responsabilidad
de todo aquel que acepta sus enseñanzas. “Dadles vosotros de comer”.
La respuesta de los
discípulos conjuga la limitación: “Sólo tenemos
unos pocos panes y peces”.
Conocemos la solución de Jesús.
Sumergirse en la auténtica realidad, que nunca es
la testimoniada por los sentidos físicos.
Bendecir (1) ese símbolo de la infinitud –cinco panes y dos peces- catalogado por la
ignorancia material como “poco”, “limitado” o miserable… Y así saciar a
tantos.
Y la multitud es alimentada.
No son los panes y los peces lo que resuelven la
situación. Sino la conciencia profunda de la auténtica realidad.
No obstante hay que tener en cuenta unos pasos
necesarios:
1º captar lo que se presenta como real y sentirse
comprometido con la situación.
2º aportar todo lo que
tenemos. No considerándolo “poco”, sino imagen o manifestación de todo el Bien.
En ese “dar” lo que tenemos (expresión de
verdadero amor), ya se está manifestando la benéfica abundancia que se
descubrirá después.
3º y fundamental no dejarnos atrapar
por lo “insoluble” del caso, sino dar gracias o lo que es lo mismo: RECONOCER la realidad
que siempre es bien total o infinito.
Esa es la metafísica cristiana. Suprimir cualquiera
de los puntos anteriores sería practicar su caricatura.
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